lunes, 11 de marzo de 2013

Iztaccihuatl

Esta es una vista diaria matutina que tengo el privilegio de disfrutar desde casa. En invierno se puede ver una gama de colores que van desde el violeta hasta el rojo encendido de una belleza indescriptible.
En 1994 al lado de 4 personas subimos por el lado de la Cabellera, según recuerdo dejamos el carro en el pueblo de San Rafael , muy temprano un día sábado, y empezamos la caminata al lado de los ductos que bajan el agua del deshielo, los guias eran 2 personas con experiencia que ya habían escalado hasta la cima y mis otros 2 compañeros, que igual que yo iban por primera vez.

Dicen que escalar montañas son retos personales pero a los 24 años de edad yo no pensaba en detalles tan superiores como ese.

Las instrucciones habían sido claras: llevar botas de uso rudo, ropa de algodón, chamarra, gorra, lentes para el sol, bolsa de dormir, agua y comida. El plan era dormir en la cúspide y bajar al día siguiente.
En la mochila llevábamos cada quien un sleeping (nuevo) comprado exclusivamente para la ocasión, un cambio de ropa de algodón , una navaja multiusos Victorinox, botellas de agua y comida en lata , por cierto uno de los botes era de pozole y me di cuenta que con hambre cualquier comida enlatada es el mejor platillo que puede haber para saciarse. Las botas eran para trabajo rudo de las que usábamos en el trabajo para subir las torres de telecomunicaciones.

La caminata se hizo ligera pues hay mucha gente intentando hacer lo mismo en las primeras 3 o 4 horas, ya después solo encontramos a alguno que otro alpinista y al llegar al lugar que pernoctamos tras 12 hrs de camino, solo eramos nosotros los que estábamos ahí. El guia se detenía cada 30 o 45 minutos para preguntar a Carlos si se sentía bien pues su recién descubierta Diabetes hacían que existiera preocupación por su salud. Al llegar al sitio donde empezaba la nieve decidimos parar pues no traíamos equipo para ello y ahí fue donde buscamos lugar para acampar.
Carlos se midió el nivel de azúcar , el cual registró 35!!
No estoy seguro si era la altitud del lugar pero me pareció que hubiera podido tener un coma diabético si era real ese nivel tan bajo de azúcar. Finalmente la solución fue muy simple, se tomó una lata de Coca Cola y los niveles subieron a 85!!

Después del rito de preparar el terreno para acampar y encender la fogata debíamos dormir tranquilamente pero los perros silvestres  que merodeaban la zona (dudo que hayan sido lobos o algo así) anduvieron husmeando el lugar. Aun cuando no descansamos completamente la aventura fue incomparable. La telefonía celular ya tenía cobertura haya arriba, eran tiempos modernos.

Existe una foto de 2 de mis compañeros posando a la cámara con sus pasa montañas, sin saber el lugar cualquiera podría firmar la foto diciendo: "en algún lugar de la selva Chiapaneca"..... El Sub Marcos. Ya que unos meses atrás había saltado a la fama un 31 de diciembre.

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