lunes, 11 de febrero de 2013

El Istmo

16 horas ininterrumpidas nos tomo el viaje por carro del DF a Ixtaltepec Oaxaca, pueblo vecino de Tehuantepec. Si de por si ya son tortuosas tantas horas en vehiculo, estas lo fueron mas viajando en un Tsuru 7 personas mas las voluminosas maletas. Algunos tramos recuerdo que alguien se vino acostado en la cajuela. De vez en vez nos parabamos para ver si seguia con vida nuestro pasajero. El unico dichoso era el chofer y ,en turnos, aquellos que se venian sentados en las piernas de la unica mujer del viaje.

El viaje valió la pena, el pretexto era una fiesta de XV años a los cuales, por cierto, llegamos tarde y solo alcanzamos los remanentes en las ollas. No vi los bailes tradicionales de esta zona del Istmo, solo vi a las abuelas y tias con unos hermosos huipiles. Junto con el saludo de buenas noches llegaron las cervezas y nos quedamos hasta antes  del amanecer en la tertulia, donde un señor sacó la guitarra y empezó a cantar canciones de Jesus Chu Rasgado.

Por mi enorme ignorancia al llegar a la Ciudad comenté que estaba haciendo demasiado aire, que probablemente era mal tiempo. Pero al paso de las horas descubri que ese era el estado natural de los dias. Ese es el clima del Istmo. Hacia un calor de infierno, dormimos en hamacas al aire libre , el ruido de las palmeras y el calor hizo que tan solo pasaramos 4 horas acostados. Salimos un sabado por la mañana y regresamos al DF el domingo por la noche, de 48 horas disponibles el fin de semana pasamos 32 en el carro. Hicimos un paseo cerca del rio y visitamos algunos lugares turisticos. Fue un viaje a la velocidad del relámpago.

Era 1993, la energía daba para eso y mas.

Al paso de los años escucho las historias que platica el pintor Toledo en su documental de Informe Toledo y leo las notas que escribe Ruy Sanchez en su Elogio del Insomnio y me trasportó a la misma velocidad de hace 20 años a esos sitios tan bellos de nuestro Pais.

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