miércoles, 20 de febrero de 2013

Emperadores Aztecas


Hubo un tiempo de esplendor de la infancia donde vivimos en esta calle, junto a la casa de Pedro, la casa mas bonita de la colonia, una casa moderna, con jardín al exterior de la calle, con una área verde  muy grande donde había arboles de higo, chabacano y enramadas. Un cuarto de herramientas al fondo con ventana de madera en forma rectangular.

Al interior de la casa había un comedor estilo Luis XV con forro rojo, una sala igualmente roja, 2 recamaras y un baño con tina , donde formados estaban los muñecos de la serie animada llamada “La familia Telerin”, una cocina toda equipada. Una vitrina con vajillas muy elegantes color bugambilia. Su mamá tenía una consola donde ponia los discos de acetato , que le regalaba Don Willy o ella misma se compraba, era una colección principalmente de música de trios y romántica en general muy variada y muy bella música.

Los coches a la puerta eran un Sakura negro y un VW azul, y cuando llegaba Don Willy había un carro color vino amplio de no recuerdo que marca. Lo mejor de la casa no era por supuesto todas esas cosas sino la amistad de Pedro. Con él viví momentos de felicidad compartiendo juegos, y peripecias correspondientes a nuestra edad. Desde un incendio provocado por nosotros mismos de todo el pastizal, peleas de mentiras y peleas de verdad, donde montamos un ring y realizamos un torneo con guantes de box, algunos  momentos oscuros donde tomábamos rifles de municiones y nos poníamos a disparar a las lagartijas y en momentos menos brillantes a los pajaros. Muchos momentos de ocio donde solo bastaba con una televisión a color y las jícamas o pepinos rayados con chile o solo un chile en polvo llamado “tico”. Solo eso bastaba para concretar el momento de felicidad.

La moto que  los Reyes Magos le trajeron a Pedro fue algo sorprendente , la cual sirvió para dar vueltas por toda la colonia y hasta sirvió para “llevarse de corbata” a Don Willy. Su perro “el gringo”, un collie cruzado con raza sin nombre era también nuestra compañía.

Fuimos testigos de todas las novias que metió Alex a la casa y a las cuales descubrimos alguna ocasión , incluso, sin ropa.

Sabíamos todas las fechas de Reyes que Pedro recibiría el ultimo juguete de moda, como por ejemplo el hombre elástico, el cual jalábamos sus brazos y llegaban a alcanzar hasta un metro de extremo a extremo y el cual solo duro 4 hrs dado que uno de nuestros cuates picó con un alfiler y echo a perder la diversión. En aquellos días de alegría no había preocupaciones de andarnos cuidando de los peligros en las calles pues un dia de reyes para estrenar los patines que nos habían traido fuimos solos hasta la 3ª sección de Chapultepec y descendimos por la parte trasera (zona de Virreyes) a donde sufrimos una caída por no saber frenar en las bajadas pronunciadas. Los patines solo duraron unas cuantas horas intactos pues terminaron con los botines raspados ese 6 de enero.

Pedro vivía prácticamente solo pues su mama trabajaba todo el dia y sus hermanos casi nunca estaban, crecimos juntos haciéndonos compañía, nos vimos crecer y madurar lo vi dar catedra de boxeo en las calles pues quien le buscaba pleito el respondía. Una ocasión que fue por su comida a la fonda , de regreso a su casa lo molestaron y sin mas preocupación que dejar su ollita de frijoles sobre la banqueta fue a arremeter una tanda de golpes bien colocada al tipo que lo fastidiaba. Una vez concluida la faena regreso por su ollita y prosiguió su camino.

De alguna manera nos unia algo pues a pesar de no ser consanguíneos hemos terminado vinculados de algun modo ya que nuestras esposas son hermanas y nuestros hijos ahora son nuestros ahijados mutuamente.

lunes, 11 de febrero de 2013

El Istmo

16 horas ininterrumpidas nos tomo el viaje por carro del DF a Ixtaltepec Oaxaca, pueblo vecino de Tehuantepec. Si de por si ya son tortuosas tantas horas en vehiculo, estas lo fueron mas viajando en un Tsuru 7 personas mas las voluminosas maletas. Algunos tramos recuerdo que alguien se vino acostado en la cajuela. De vez en vez nos parabamos para ver si seguia con vida nuestro pasajero. El unico dichoso era el chofer y ,en turnos, aquellos que se venian sentados en las piernas de la unica mujer del viaje.

El viaje valió la pena, el pretexto era una fiesta de XV años a los cuales, por cierto, llegamos tarde y solo alcanzamos los remanentes en las ollas. No vi los bailes tradicionales de esta zona del Istmo, solo vi a las abuelas y tias con unos hermosos huipiles. Junto con el saludo de buenas noches llegaron las cervezas y nos quedamos hasta antes  del amanecer en la tertulia, donde un señor sacó la guitarra y empezó a cantar canciones de Jesus Chu Rasgado.

Por mi enorme ignorancia al llegar a la Ciudad comenté que estaba haciendo demasiado aire, que probablemente era mal tiempo. Pero al paso de las horas descubri que ese era el estado natural de los dias. Ese es el clima del Istmo. Hacia un calor de infierno, dormimos en hamacas al aire libre , el ruido de las palmeras y el calor hizo que tan solo pasaramos 4 horas acostados. Salimos un sabado por la mañana y regresamos al DF el domingo por la noche, de 48 horas disponibles el fin de semana pasamos 32 en el carro. Hicimos un paseo cerca del rio y visitamos algunos lugares turisticos. Fue un viaje a la velocidad del relámpago.

Era 1993, la energía daba para eso y mas.

Al paso de los años escucho las historias que platica el pintor Toledo en su documental de Informe Toledo y leo las notas que escribe Ruy Sanchez en su Elogio del Insomnio y me trasportó a la misma velocidad de hace 20 años a esos sitios tan bellos de nuestro Pais.