jueves, 29 de noviembre de 2012

30 de Noviembre


Día de la víspera para el mes más especial del año.

Es un día de tradición en mi familia para colocar el árbol de Navidad, colgar los adornos en la casa, conectar las luces y algunas cuantas veces aprovechar para poner el nacimiento.

Ha habido muchos 30´s de noviembre, pero nunca uno como aquél, tan especial, tan único, tan memorable. Fue un día en que me cambió la perspectiva de la vida, desde aquel momento ya no era lo mismo instalar un árbol de Navidad en casa, las luces brillaban excesivamente, los reflejos de las esferas rojas eran muy intensos, el árbol plateado ya con muchos años de usado aun parecía nuevo, no era cualquier 30 de noviembre.

Ese día tuve insomnio,  acabé de decorar la casa ya cerca de la medianoche e intente dormir pero fue imposible, su recuerdo regresaba una y otra vez a mi mente. Estaba despierto pero soñaba con aquel instante mágico y me levantaba y caminaba en el patio de la casa y regresaba a recostarme al sillón de la sala que habilitábamos como cama por las noches. El árbol se quedo encendido toda la madrugada, seis o siete veces repetí la rutina de pararme a caminar y calmar mi ansiedad, quizá no quería que terminará aquel momento que aun traía colgado a mis labios. Lo sentía como un instante interminable, sensaciones no conocidas anteriormente. La felicidad se hacia materia.

Los días que marcan la vida para bien de una persona son de ese perfil: suaves como la seda, blandos como la carne de sus labios, dulces como la miel de esos ojos inolvidables y tiernos como el amor ideal, que solo requiere un único contacto, nada de excesos, sin sobrepasar limites, la inocencia plena, un solo toque bastó para hacer el día inmenso.

Eran las 20:20, los testigos, como dijera Noel Nicola eran un perro, la madrugada (noche) y el frio. El reloj se detuvo y no existía nada fuera de ahí. El lugar lo recuerdo perfectamente incluso te diría que su aroma.

Era el amor, había llegado y doy infinitas gracias al Creador por esas vísperas tan maravillosas que guardo en mi corazón por siempre, intactas, como lo fueron y como lo son. Bendigo a las  personas que protagonizaron ese 30 de noviembre. ¡Que horriblemente hermoso era aquel tiempo!

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