viernes, 24 de enero de 2014

El Pecas


La raza de perros dálmata llegó a la familia a través del Tio José quien tenía en su casa una pareja de perros que tuvieron una camada la cual fue repartida, según recuerdo de la siguiente manera: El pecas para nosotros, El droopy  para Tio Alfonso, Otro Pecas para Juan y el resto para no se quién.

Esos perros cazadores eran de raza pura, aunque no tenían registro, pero era de notarse la manera como actuaban con el instinto muy desarrollado. Eso lo noté al comparar perros mas recientes , los cuales rayaban en la locura de hacer cosas sin sentido, por ejemplo, los dálmatas cazaban un animal y se quedaban sentados en frente de el hasta que llegáramos nosotros, el perro “moderno” jugueteaba con el animal muerto. Otra diferencia era el excelente comportamiento  del dálmata quien jugaba con pelotas o sus huesos, sin embargo, el perro “actual” hacia destrozos volteando botes de basura,  quitando los botones a las camisas tendidas en el patio, aquél dálmata esperaba e identificaba a una gran distancia que su dueño ya estaba llegando, el reciente solo levantaba las cejas para identificar. El dálmata fue llevado al Cerro del Ajusco en una temporada que nevó y se sentía como en casa, mientras nosotros íbamos subiendo la montaña el Pecas subía corriendo delante nuestro rapidamente y después de unos minutos regresaba por la misma ruta, desafortunadamente por ignorancia lo subimos sin protección a la zona de nieve y bajo con las patas quemadas, lo cual le afectó y estuvo 3 dias echado sin poder levantarse a caminar.  
Perros con vida de perro, perros entrañables.

Un dia 3 niños jugando en la casa descubrieron que El Pecas no estaba bien, empezó a convulsionarse, la desesperación hizo que pensáramos la posibilidad de tomar el carro que estaba en el garage, ninguno sabia manejar pero era imperante dar ese gran paso por salvar al perro.
Mientras uno tomaba al perro del hocico y le ponía un palo para que no se mordiera la lengua, otro abría la puerta y el tercero intentaba encender el coche sin los mas mínimos conocimientos mas que el de meter la llave y darle vuelta. Se oyó un grito del que abría la puerta: saca poco a poco el clutch! eran instantes de urgencia, el tiempo era oro para salvar a nuestro perro.
De pronto, ocurriò el milagro, apareciò mi papà justo cuando ya estaba mi hermano metiendo la reversa, gritò espantado: que hacen? si no saben manejar, a donde van? y mientras le explicamos lo sucedido ya estaban abriendo la cajuela del carro para echar al Pecas, se llevo al perro al veterinario y solo me quede con el susto que me hizo enfermar por varios días , fue demasiada impresión para un niño de 5 años.

El Pecas murió de parvovirus varios años después y lo enterramos bajo la bugambilia en el jardín de la casa, todos le lloramos y lo extrañamos hasta hoy día. Era un Señor Perro, una compañía invaluable.