Despues de 40 años de visitar Zacatlan descubrì junto con mi familia, este paraiso natural , que siempre existiò, que siempre estuvo ahì pero no nos dimos cuenta y no nos atrevimos a explorarlo sino hasta el momento que se hizo turìstico y estuvo accesible a todo pùblico.
Pareciera una fuente inagotable de vida, con una fuerza invencible, como si no tuviera fin ese torrente de agua, toda ella proveniente de la sierra norte de Puebla.
La belleza del escenario es proporcional a la altura de las 3 cascadas en serie, tanta que el agua llega como brizna hasta la cara de los visitantes.
nunca deja de sorprenderme este "nuevo" pueblo Màgico.